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domingo, 16 de septiembre de 2012

A esa personita...

20:25 de un martes cualquiera en Madrid. A 633 kilómetros, una personita está comenzando a desempaquetar maletas en una ciudad desconocida, con calles desconocidas y gente desconocida. Todo un mundo por descubrir. "Será una etapa genial de mi vida", se convence. Lo que ella no sabe es que no sólo será una etapa, sino el comienzo de una vida diferente. Distinta. Nueva.

A falta de un día, una mañana o, al menos, una hora para que esa personita y yo hubiéramos estado a solas y habernos despedido como la ocasión lo merecía, qué mejor manera que dejar plasmado en un diario público lo que esa "personita" significa para mí y lo que voy a echarla de menos. Así, de paso, y como toque humorístico al asunto, le doy un puntito en la boca a todos aquellos que me tildan de "Rubia tonta" sin conocerme. Señores, sé escribir como una adulta, que soy periodista, nunca lo olviden. Y voy a demostrarlo. Así, con el corazón al descubierto. No hay mejor forma de expresión humana que el sentimiento.

Y así, a modo de cuento, te diré que...:

"Todo comenzó una mañana de invierno del año 1990. Mediodía invernal, sí, pero un Sol ansioso de hacerse notar hacía de este día una jornada con olor primaveral. Parecía un fin de semana como cualquier otro. Una niñita vivaracha de ojitos verdes subía y bajaba la cuesta de su calle montada en su juguete preferido: un triciclo rojo al que amaba con locura. Calle arriba, calle abajo. Calle arriba, calle abajo. Era una pequeña urbanización a las afueras de la capital, donde apenas circulaban coches. Esa niñita se sentía feliz de respirar aire puro y poder corretear sin miedo a nada. 

Todo transcurría como de costumbre. Era la niñita mimada de la calle, el ojito derecho de todos los vecinos. Al fin y al cabo, era la única chiquilla de toda la zona. Hasta esa querida mañana de invierno con olor a primavera. Y es que, a tan sólo 20 metros de su casa, una familia comenzaba a desempaquetar una vida nueva. Unos padres altos y muy morenos traían consigo a otra niña. ¡Una amiga! Pequeña de tres años morena, muy morena. Con grandes ojos negros y melena rizada.

Desde entonces, química absoluta entre las dos niñitas. To be continued..."

¿Y por qué no hay un fin? ¿Por qué el cuento se termina ahí, en esa mañana? No acaba, al contrario, sólo es el comienzo de una historia que dura ya más de 22 años. Una historia que no tiene fin, porque la amistad, mi personita querida, si es pura, como la nuestra, es para siempre.

Y así, como tus padres en su día, cuando decidieron desempaquetar una vida nueva en esa pequeña urbanización, tú, ahora, haces lo mismo. A 633 kilómetros. Es el principio de "algo" que cambiará tu vida para siempre. Tu mentalidad y tu manera de ver las cosas darán un giro de 180 grados. En estos meses, aprenderás a valorar cosas a las que quizás antes no les dabas la más mínima importancia (véase poner una lavadora, hacer la compra sin coche en el que llevar las bolsas o racionarte el dinero por miedo a no poder comprar papel higiénico a fin de mes). Descubrirás placeres e interrogantes hasta ahora desconocidos. Los momentos buenos serán maravillosos y los regulares serán negros, muy negros. Aún así, esos momentos maravillosos suplirán con creces esos bajones que puedas tener echando de menos algo que no tienes cerca en ese momento.

Te echaré de menos, sí, pero no de la misma manera que te puedan extrañar los demás. Como sabes, hace tres años que tú y yo ya nos separamos por las mismas circunstancias. La misma experiencia. Destinos diversos, sí, pero fines similares. Te añoñaré, pero por encima de eso siempre pensaré en lo que te está tocando vivir. Lo que yo viví y con lo que me quedo. El mejor año de mi vida. Y éste, AMIGA, es tu año. El mejor de la tuya.

Sin más, te quiero.

P.D.: Véase cuán orgullo he tenido que tragarme para colocar "sin más" en mis palabras. Y todo por ti, pequeña flor. ¿Ves? He vuelto a hacerlo...

P.D. 2: Sólo esa personita y yo entendemos el porqué de la primera posdata ;)