domingo, 15 de febrero de 2015

Hablemos de San Valentín y porno

Sí, voy a hablar de San Valentín y porno en un mismo espacio. Lo sé, vivo al límite. Estoy mu’ loca. Entiendo que la mayoría de vosotros sabríais distinguir entre el día vomitivamente romántico donde los haya y una simple peli porno que se puede ver cualquier día, pero yo, como últimamente estoy carente de ideas creativas entre tanto examen quiniela, tanto trabajo, tanto estrés y tantos bajones existenciales tipo “mi vida, qué pobre es” (en el sentido más personal y monetario de la palabra), lo he decidido unificar. Porque sí, porque, al fin y al cabo, amor y sexo no deberían estar reñidos. Aunque cuando diga sexo me refiera en este contexto a “hola, cartero. Pasa, que tengo que darte un paquete. Toma, toma, toma. Ah, ah, ah, qué rico, papi -cachete en el culo-”.

Avisados quedáis que no sé por dónde va a salir esta mezcla. San Valentín y porno han sido los temas que más han salido en mi trabajo esta semana, así que hale, lo voy a plasmar todo aquí. A lo grosso y sin borrar, que estoy mu’ loca. Bis.

Ésta era yo ayer por caprichos del destino cruel.
Por una parte, tenemos –tengo– a San Valentín que, teniendo con quien celebrarlo o no, no me quiere. Directamente. Es como si cada año se alinearan los planetas para que, de una manera o de otra, me tenga que quedar en casa. Pero es que este año ha sido como una alineación de planetas superior para mayor crueldad de mi destino, porque sí, amigos, una vez más, en este 14 de febrero me he quedado en casa. Cayendo en sábado. Y en Carnaval. Maldito mundo cruel. 

Y no es que crea yo mucho en eso de Cupidos, corazones y demás hombres cruzando el paso de cebra de delante de tu casa con un ramo de rosas sabiendo que es el único día del año en que le vas a ver en esos románticos términos, sino que creo, al menos, en que la crueldad del destino, en algún momento de mi vida existencial, me premiaría con un ‘algo’. Y cuando digo algo me refiero, aunque sea, a un amigo y/o amiga con quien salir un sábado por la noche, en vez de quedarme viendo laSexta Noche y su análisis de la lista Falciani. Y repito que no es por este puto San Valentín; es más bien por el buen funcionamiento de mi psique, porque hoy, domingo, tooooooooodo el mundo (y cuando digo toooooodo el mundo es tooooooooooodo mi Facebook) han subido mensajes y fotos de amor y, sobre todo y para mayor envidia de mi persona, fiestacas absolutas donde han corrido ron, whisky y muchos chupitos de Jagger (nota mental de mí para vosotros, porque en el fondo os quiero: NUNCA, repito NUNCA –y en mayúsculas- probéis ese líquido de la muerte. Yo le seguí la bola a mi grandísimo Churro –un amigo, no os penséis- y aún sufro las resacosas consecuencias desde hace meses). A lo que iba: Todo eso bañado con un sinfín colorista de disfraces absurdos. Con lo que a mí me gusta hacer el ridículo, por Dios. Pero no, en casa me hallaba, porque novio, amigos y demás personas vitales se encontraban en la no posesión de contentarme. Ni un disfraz. Ni una copa. Ni un chupito. Maldita vida.

Encima todo esto lo tengo que sumar a que no pude acudir a un encuentro de escritores y blogueros porque, para mayor crueldad de mi destino y agenda primeramente solapada y totalmente vacía después, tenía una cita ineludible que no podía cambiar. Pero claro, eso era antes de que el destino quisiera reírse de mí. Una vez más. Tenés todo, tenés nada, como dice uno que yo me sé y al que mucho aprecio, precisamente, no tengo (ya veis, colchoneros, podéis echaros encima de mi persona. Después de este fin de semana de mierda ya no le tengo miedo a nada. Muajajaja).

Me veo aprendiendo así el año que viene.
Y ya dejando a un lado al jodido 14 de febrero, donde se me ha olvidado especificar que lo más divertido y arriesgado que hice en todo el día fue acompañar a mi madre a hacer la compra, pasamos al tema guarrillo del pornis, que sé que lo estabais esperando.

Creo que nadie me creerá cuando diga aquí, en primicia y para todos mis radiovidentes (Esta palabra no existe, ¿verdad?) que nunca he visto porno. Y cuando digo nunca, no cuento aquella vez que otro amigo me puso el vídeo porno casero de Paris Hilton en su casa, con pizzas y calimocho un viernes cualquiera. Eso era casero y pixelado, a lo Canal+, así que no, no lo contamos.

Pues estando esta semana en la oficina, ésa en la que no pasa un día en que casi me haga pis encima de lo que me río, salió el tema típico entre compañeros (sí, sí, he dicho típico) de “hay que ver porno para aprender”. Porque sí, amigos, un compi me relató en un verdadero partido de tenis (solo hablábamos él y yo mientras el resto miraba a uno y otro lado flipando con nuestro debate de vidas sexuales varias), que el porno es educación. 

Según él, los tíos no ven porno para lo que viene siendo su disfrute y goce personal, no, sino para “aprender y luego educar al mundo”. Y cuando digo mundo me refiero a –palabras textuales- “novia, amigas o lo que surja”. 

Pero, vamos a ver, hombres del mundo, que no hace falta haber visto pornis para saber que eso, queridos míos, es UNA PELÍCULA. Mala y sin argumento, pero una película, al fin y al cabo. Ficción, amigos. No queráis descoyuntarnos por la mitad porque visteis que una actriz se descuajaringaba en dos para ese toma, toma, saca, saca más profundo. 

Pero bueno, que yo soy muy de hacer autocrítica y quizás tengáis razón en eso de aprender para después educar. O reeducar. Vaya, que podía haber aprovechado mi mierda de día de San Valentín para haberme puesto a estudiar artes amatorias a la par que sexuales. No pasa nada, total, para el próximo año volveré a no tener cita o fiesta con disfraz incluido… Un forever alone en toda regla. Pero oye, al menos tendré para estudiar. Clic.

lunes, 22 de septiembre de 2014

No todos los hombres son manitas

No, no todos lo son. De hecho, no solo no los hay diestros con sus manos, sino que los hay torpes, muy torpes. Sí, lo habéis adivinado: los manazas. Y convivo con el padre de todos los manazas: Sí, mi padre. Buscad la palabra 'manazas' en el diccionario y os sale su cara, en serio. Veréis a un hombre peculiar, regordete y con barba y pensaréis "mira, el padre de los manazas". Y pensaréis, madre mía, ¡cuánto amor de hija, qué vapulación a su progenitor! ¡Pues ya os digo yo que merecida!

Viniendo del trabajo y divagando en historias varias con mi Manza, he llegado a la conclusión de que os tenía que contar la última de este hombre, pero es que ahora que estoy escribiendo el post, me doy cuenta de que no solo os voy a contar una anécdota, sino una metáfora de mi vida. Sí, la Rubia Neurótica se ha puesto filosófica (que yo era muy de sacar sobresalientes con Kant y Descartes, qué os pensáis...).

Ésos son los relojes y, obviamente, mi cara de rubia poseída ante tal estampa.

Resulta que estaba yo taaaaaaaaaaaan feliz (ojo a las 'aes' de mi 'taaaaaaaaaaaan': significan un nivel de felicidad nivel a tope máximo) con mi nueva adquisición, que ha venido Murphy en forma de padre manazas y me lo ha tirado por tierra. O por arena. Para aquellos que aún no lo sabéis (o sea, la mayoría) esta loca que suscribe hizo caso a su súper mega locura interior más de la cuenta y... ¡se compró un piso! (Sí, ésa soy yo). Bueno, quien dice piso, se refiere a un solar que, supuestamente, en dos o tres años es donde estará construido mi hogar (sí, así suena muy bonito; el pagarlo ya no tanto). 

Que me desvío de la cuestión: Pues estaba yo taaaaaaaaaaaaan feliz (enfatizo mi felicidad de nuevo para resarcirme en la crueldad de mi destino) con mi nueva casita que claro, una no podía estar sin comprar nada hasta dentro de tantos años (sí, esto es como la que se queda embarazada y, por no esperar a que le digan el sexo del bebé, compra toneladas ingentes de bodies amarillos), que me compré una monada en forma de dos relojes extra grandes de arena de súper mega diseño -al igual que de súper diseño era su súper y caro precio- que colocaría en mi futuro salón, al que claro está, una ya sabe cómo piensa decorar.

¿Y dónde entra mi señor padre en esta historia, precisamente? Os cuento: el destino, una vez más y ya está haciendo demasiadas de las suyas en mi existencia vital últimamente, ha hecho su aparición. Llevo esperando esos dos relojes meses (desde junio, de hecho), los recogí hace dos días y ¡tachán, tachán! ¿Quién es el hombre que decide un lunes a las seis de la madrugada coger una bolsa QUE NI LE VA NI LE VIENE, la huele y cotillea cual niño pequeño y decide SOLTARLA EN EL AIRE, porque claro, NO LE IMPORTA UNA PUTA MIERDA? Pues eso. Vale que a los hombres esto de la decoración les importe lo mismo que a mí el ciclismo de la sobremesa, pero... ¡JODER, QUÉ MANAZAS, COÑO!

Llamadme rubia intuitiva, pero creedme que he saltado de mi cama (sí, a las seis de la mañana) gritando cual posesa de psiquiátrico sabiendo que mi progenitor había destrozado mis súper relojes de arena... Y ahí va la metáfora: ¿Será la historia de mi vida? ¿Se me estará acabando el tiempo? Ains Señor, llévame pronto e invita a mi padre a una clase de "niño, las cosas de los demás no se tocan". Clic.

domingo, 21 de septiembre de 2014

¿Por qué lo llaman 'primera cita' cuando quieren decir 'a ver si me la trajino a la primera'?

"¡La vida empieza hoy, ya veremos qué pasa mañanaaaaaaaaaaa!" Taaaaaaaan feliz que vuelvo de ver a Sergio Dalma en concierto que hasta me he vuelto un poco romántica desde anoche (mentira, ya sabéis que eso en esta Rubia Neurótica que suscribe es imposibol totally), pero bueno, a lo que venía yo hoy, a destapar mitos que ocurren en las primeras citas ante lo que creemos las mujeres -incrédulas a tope máximo- que es un caballero seductor. ¿Y por qué se me ha ocurrido hablar de esto, precisamente hoy, un domingo de resaca sergiodalmera? Pues porque he leído un artículo -buenísimo a la par que increíblemente inverosímil- de GQ España. 

En dicho repor (cuán cool me parece la palabra 'repor', es muy de jerga periodística del siglo twenty one) explican las 20 cosas que debería hacer un verdadero seductor en su primera cita con una jamelga (sí, la urbanita de mi persona ha escrito 'jamelga'. Señor, llévame pronto). Bien, pues me ha encantado el artículo, pero aquí está esta Rubia para desmontarlo y hablar de lo que, en realidad, hacen los hombres en dicho primer encuentro o, al menos, con lo que me he encontrado yo en toda mi existencia vital (y no es que todo haya sido malo, pero es que aquí lo que mola es que os cuente mis desgracias, no las pocas cosas buenas que me he encontrado con estos seres de pensamiento penil. Y sí, recalco la palabra 'pocas').

Ahí va (Mito by GQ Spain Versus Realidad by Albuli, alias Rubia Neurótica):

1. Ten un plan: Diseña una noche perfecta. Asegura la reserva del restaurante -suponemos que conoces la carta de antemano- si vais a cenar, habla con esa coctelería para que te cuiden el mejor sitio. Dejar las cosas al azar no es propio de grandes hombres.

Amén.
1 Bis. Nunca tienen un plan: ¿Plan? ¿Qué plan? Jamás de los jamases tienen un 'súper plan', y en caso de que lo tuvieran parecen olvidarlo. Dónde quedarán las millones de veces que le he dicho a un tío "¿Sabes qué es lo que más me gusta de un chico? La iniciativa". Y no os penséis que suelto eso al azar, no, es, precisamente, para que en esa jodida primera cita se lo curre, y no esté con el "dónde quieras", "cuándo quieras" y "cómo quieras". Joder, arg, mecagüen la puta. ¿Soy la única a la que jamás sorprenden? Mierda pura. No saben ni dónde ir, como para que se "conozcan la carta de antemano". Por favor, no me hagáis reír. Más.

2. No arriesgues: “Qué te parece si probamos” está muy bien para los aventureros, pero no para los seductores: tu Foursquare y tú sois uno y lo mismo. Meterse a probar comida o bebida nueva en una cita nunca es buena idea.

2 Bis. Siempre arriesgan: Me encanta lo de "no te metas a probar algo nuevo", pero es que es volver al punto 1: nunca tienen un plan, ergo siempre arriesgan, y claro, pocas veces suele salir bien. Taaaaaaaaaaaan geniales son las primeras citas en las que vas a "tomar algo" (muy de primera cita, sí) y acabas con un olor a fritanga por haber guarreado dos cañas y tres patatas fritas en un mugriento bar con cabezas de gamba en el suelo (nótese la ironía en mis palabras).

3. Ten otro plan: Déjale un hueco al azar. No puedes preverlo todo, así que maneja siempre una opción b. La estrategia ha guiado el destino de la historia por algo.

3 Bis. Ten ALGÚN plan: GQ, ¿en qué quedamos? ¿En que tengan planes (punto 1) o que no los tengan (point number three)? ¿Lo dejamos mejor en que tengan algo en la cabeza? ¿Algo, nada más? Tampoco pido tanto, ¿no?

(Me salto puntos, que hay muchos. Así soy yo, muy poco lineal. Muy de venirme arriba pasando del punto 3 al punto 7, que estoy mu' loca.)

7. No hace falta decirlo, pero sé puntual. Y por puntual nos referimos a “llega antes que ella”.

7 Bis. Sé puntual, pero, en serio, selo: A ver, ¿por qué unos tienen la fama y otros cardan la lana? ¿Por qué ese falso mito de que las mujeres tardamos mil horas en arreglarnos y, por ende, siempre llegamos tarde? ¡Mentira! A mí siempre me ha tocado esperar, con la impaciencia que conlleva eso a mi psique, que te me retrasas quince minutos y ya salivo espuma por la boca, no digo más... ¡Odio esperaros! ¡Y sí, siempre lo hago! ¡Sed puntuales, coño! Y no, tampoco se admiten los diez minutos de rigor. Si alguien tiene que esperar, que seáis vosotros, ¿entendido?

11. Cuidado con el perfume. Esta cuestión es tema a parte. Ni mucho, o la embriagarás provocándole náuseas, ni poco, o todos los aspectos que has cuidado previamente se desvanecerán ante el más importante. El olfato es el sentido con el que más recuerdos registramos, por tanto, una buena fragancia nos garantiza un grato recuerdo por su parte.

11 Bis. NO a la colonia barata: Este punto me encanta; podría estar hablando de ello durante horas. Por todos es conocido lo que me encantan a mí los perfumes de hombres. Ah, ¿que no lo sabíais? Pues seres masculinos del mundo, me gustan, y los caros. Como vengáis con alguna imitación del Mercadona ya podéis iros por donde habéis venido. O sea, que te tiras tres horas frente al armario (porque lo haces, como yo) para ponerte súper hiper mega mono (o intentarlo, al menos) y luego te me echas tres litros de 'Varón Dandy' o, viviendo al límite, 'Buscando a Jacq's'? No, hombre, no...

15. Maneja los silencios, escucha. Una conversación, sobre todo en una cita, no es una pelea de gallos raperos. Tu lenguaje corporal, tu percha, es una de tus mejores armas, y vas vestido para la ocasión: Úsalo.

15 Bis. Con el "escucha" me conformo: ¿En serio, GQ? No, si la teoría está fenomenal, pero de ahí a que se haga realidad... No nos engañemos, tú, como mujer de éxito y orgullosa de serlo, le estás contando que te han nominado a Premio Pullitzer del año y ¿él qué hace? ¿Felicitarte por tus méritos de rubia inteligente? (Sí, sí, no me he confundido, he dicho rubia inteligente. Ahí queda eso). ¡No! Te mira más abajo de tu barbilla, ahí donde las más suertudas tienen canalillo. Pero vamos a ver, ¿pero es que acaso no os dais cuenta de que SÍ nos damos cuenta? Pero entonces, ¿por qué lo llaman 'primera cita' y apostillan lo de "escucharnos", cuando en realidad quieren decir 'a ver si hago que la escucho y me la 'trajino a la primera'?

Lo del tema de "tu percha" me ha marcado infinito... Sería genial si todos los hombres tuvieran la percha de los hombres de GQ, pero es que da la jodida casualidad de que vivimos en el mundo real, señores...

18. Pagas tú. Y punto. Si la siguiente quiere pagarla ella, bien: Ya tienes tu segunda ronda -así que la cita va bien- o tu segunda cita -si te interesa-, y la igualdad en el mismo paquete.

18 Bis. Amén: Sí, amén, y punto. Llamadme anticuada, pero es lo que hay. Y lo peor de todo es que mi pensamiento no concuerda con mis actos, ya que acabo aflojando cartera, pero no me digáis que no mola un tío que te diga eso de "insisto, pago yo". Ah, no, esperad, que de esos no hay. O no que yo haya conocido.

Y hasta aquí por hoy, que tampoco quiero cebarme... Solo os daré un consejo que SÍ funciona con las mujeres en general: hacednos reír. Y sí, hasta el más feo lo tendría hecho (bueno, en realidad no tanto, pero quería acabar con un mensaje positivo y poco superficial, pero entonces no sería yo. Maldad de rubia en estado puro. Muajajaja). Clic.



miércoles, 6 de agosto de 2014

Programación veranil: De la Chabelita ‘Machupichu’ al 'pelopolla' del novio

Ah, pero escúchame, ¿es que tú no sabes que Alberto Isla ha calificado a Chabelita (sí, sí, la misma) de ‘Machupichu’? ¿Y que aún no estás al loro del culebrón Rosa Benito versus Amador Mohedano? Suertudo tú, ya que debes de estar de vacaciones. Pero no de unas vacaciones cualquieras, no, sino de ésas en las que has desaparecido de la faz de la tierra, sin internet, ni tele ni nada, porque, de lo contrario, de tener el más mínimo contacto con la especie humana, ay, amigo, habrías caído en las redes de la telebasura. ¿Porque te guste?, no, sino porque lo tendrías en absolutamente todas partes. Y cuando digo absolutamente, digo ABSOLUTAMENTE, con súper MAYÚSCULAS.

Y te lo dice una que sí, que es maruja desde que la parió su madre hace ya muchos años, pero, aunque no lo fuera, desayunaría Alberto Isla, tendría Benenito para comer (ya está pasado el término, pero mi amigo Jorge Javier Vázquez la calificó de una manera muy adecuada hace unos años) y, si me apuras, merendaría Belén Esteban y Andreíta (ah, no, espera, que la Reina de Sálvame está de vacaciones. ¿Qué por qué lo sé? Porque mi siesta es más siesta desde que no oigo de fondo eso de ‘Maaaaaaaaaaaaaaa-to’ o ‘¿Me entiendeeeeeeeeeeeeees’?)

No me juzguéis, todo el mundo está de vacaciones, incluida la televisión, lo que significa que tengo circo mañana, tarde y noche. Y claro, con eso de que Amador le robó 190.000 euros del premio de Supervivientes a su mujer, o que Chabelita ahora se ha liado con el primo de Josefer y Gloriacá (muy de telenovela, sí) pues estoy la mar de entretenida. Lo que me lleva, inexorablemente, a una reflexión en voz alta: ¿Por qué, españolitos del  mundo, no admitís que estos teleculebrones enganchan? Porque lo hacen. Y mucho. Yo, al menos, lo admito. Creo que ya no podría dormir sin saber cómo acaba toda la ruptura de Isabel II con el ‘pelopo’ (dícese del adjetivo calificativo que califica –ole yo- a una persona con el pelo cual pelambrera púbica. Y esto no lo digo yo, eh, lo dijo Kiko Rivera –otro qué tal baila. Ah, no, que canta- al que, por entonces, era su cuñado.) ¿Te imaginas, amigo, que el hermano de tu novia va a la tele a llamarte ‘golfo pelopolla’? Pues sí, éstas son las cosas que enganchan de la telebasura. Es así.

Bueno, a lo que iba, mi reflexión inexorable: ¿Por qué cojones no admitís que veis la telebasura culebril? ¡Con lo que molan las miserias de los demás! Ejemplo claro: el señor que puso la semillita en el útero de la mama, vamos, mi señor padre. Abogador incansable de ‘la armonía del silencio’, aquel que cree vomitar cuando ve a la princesa del pueblo gritando en Telecinco, él y no otro, también lo ve, peeeeeeeeeeeeeero, de ahí a reconocerlo va un mundo. Él, muy digno, se molesta hasta límites insospechados de que mi santa madre y la rubia neurótica que suscribe le digamos que no sea tan cínico, que lo ve igual que nosotras, pero mira, no, no es capaz de decir: “Hola, soy pepito, y soy consumidor de telebasura anónimo” (aunque, bueno, si lo dijera en voz alta dejaría de ser anónimo, ¿no?)

¡Y qué me decís de Divinity y sus realitys reformeros! ¡Por Dios, lo que molan! Ésos con sus gemelos comprando casas viejas para volverlas una maravilla divina, o el guaperas que reforma sótanos para después ser alquilados y en el transcurso se encuentra con moho, amianto… (Habéis visto lo que he aprendido, ¿eh?) Casas que cuestan una miseria, por cierto, lo que viene siendo un milloncillo de dólares, cientos de miles arriba, cientos de miles abajo, vamos, a lo que estoy acostumbrada yo a cobrar cada mes, más o menos… Pero engancha, engancha, aunque te recuerde lo pobrecita que eres (y seguirás siendo, a no ser que te toque el Euromillón).


Bueno, pues eso, televisión, tú que también estás de vacaciones, por favor, no me dejes sin tu querida programación de verano. ¡Qué iba a ser de mí si no! De mí y de los miles de consumidores de telebasura anónimos…

jueves, 12 de junio de 2014

Soporte técnico de Orange, ése gran competente

Sí, su competencia es inversamente proporcional al amor que les prodigo. Orange, esa cosa que hace llamarse compañía de telefonía me tiene hasta la mismísima última mecha de mi rubia melena. No os voy a aburrir con los detalles, solo os dejaré un escrito real que les acabo de mandar por eso, por su absoluta competencia. Los problemas que tengo, además y que no son pocos, por parte de la empresa, la cual también tiene los servicios contratados con esta cosa (sí, el hombre es el único ser que tropiezas dos y mil veces con la misma piedra), lo dejo para más adelante, que no quiero cabrearme más de lo que lo estoy. Si no os contesto a los mensajes, por favor, buscad en los hospitales, porque mi querida naranja habrá sido la culpable del infarto que me deje postrada en una cama. 

Ahora sí, os dejo con mi carta dirigida al Departamento de Bajas de Orange. Solo una cosa más, por favor, escribid vuestros comentarios para hacerme sentir mejor pensando que no soy la única pringada a la que esta compañía tima una y otra vez. Una y otra vez. Pero ésta es la última, lo juro. Antes, muerta.

(Ésta es solo uno de los problemas que he tenido con esta empresa. No os vayáis a pensar que es el único. No, hombre, no).

Yo, Albuli, con DNI XXXXXXXXX-X, solicito la baja de línea de Internet Everywhere con código X-XXXXXXXXX y teléfono XXXXXXXXX a la mayor brevedad posible.

El motivo por el cual pido dicha baja es la absoluta disconformidad con el servicio contratado –de manera totalmente irregular-, además de la negativa por parte de la compañía a mis peticiones para intentar solucionar este problema antes de llegar, finalmente, a la baja de dicha línea. Me explico:

El pasado 22 de mayo de 2014 contraté una línea móvil de Internet Everywhere de 1Gb por 10,89€ (IVA INCLUIDO). En dicho contrato y fecha, JAMÁS se me expuso la posibilidad de que el sistema operativo de mi ordenador con el cual iba a trabajar pudiese ser INCOMPATIBLE con el pincho USB que iba a utilizar. En caso de que se me hubiese hecho esa simple pregunta (“¿Qué tipo de sistema operativo tiene su ordenador?” “Windows 8” “Entonces no funcionará correctamente con el pincho USB” ¿Veis qué sencillo hubiera sido?) NO hubiese contratado dicha tarifa.

Cuál es mi sorpresa cuando, en mitad del campo -e incomunicada-, tuve que llamar a Orange una media de 10 veces para reclamar que el Internet que había contratado NO funcionaba (les insto a que se echen unas risas escuchando dichas conversaciones con su queridísimo y a la par que competente soporte técnico. Guiño, guiño). Tras, repito, una decena de llamadas –una de ellas a un 902, que, por supuesto, me incluirán en mi factura, de eso ustedes no se olvidan- se me dice que “mi sistema operativo es incompatible con un pincho USB y que necesito descargarme un parche de compatibilidad para el correcto funcionamiento de Internet –o funcionamiento, al fin y al cabo. A lo que yo me pregunto “perdónenme, pero, ¿son bobos? ¿Cómo coño voy a descargarme algo de INTERNET CUANDO NO TENGO INTERNET?”- Déjenlo, es una pregunta retórica.

Siguiente cuestión: Una vez reubicada en Madrid, procedí –vía WiFi, porque claro, no tengo Internet móvil, debido a que nadie me avisó de que NO me funcionaría- a descargar el dichoso parche y, sobra decir, que TAMPOCO funciona con el mismo. Tras aumentar mi cabreo de forma considerable, acudí a una tienda física de Orange y se me avisó de que tendría que adquirir un dispositivo de WiFi móvil y el cual me costaría la friolera de 80€ y que, “si lo hubiese cogido el día en que firmé el contrato, no hubiese incurrido en ningún sobrecoste de este calibre” (Volvemos a lo mismo: ¡¡Con lo fácil que hubiera sido que ese dichoso 22 de mayo se me hubiese preguntado por mi sistema operativo!!). Tras, obviamente, recibir la dependienta un NO de mi persona más grande que una casa, me expuso otra posibilidad: Dar de baja la línea que ahora os estoy pidiendo el cese, ya que no tiene permanencia, y contratar una nueva, pero ¡ojo! esta vez sí, con una permanencia de 24 meses y pagando por el dichoso WiFi móvil una cantidad de 50€. Perdónenme, pero, ¿creen de veras que voy a contratar algo por 24 MESES + 50€ de un dispositivo cuando ni siquiera sé si me va a funcionar el primer día? (Aparte, además, de que JAMÁS DE LOS JAMASES CONTRATARÍA NADA MÁS CON ORANGE. ANTES, MUERTA).

Por todo esto, exijo una de dos: o que se me dé a coste totalmente CERO un dispositivo de WiFi móvil o, por el contrario, la baja inmediata de esta línea Internet Everywhere, además, de cómo podrán comprobar, la posibilidad también de llevarme a otra compañía las otras 4 líneas que tengo contratadas con ustedes, mi querida y fraudulenta Orange. 

Entiendo que con este "breve escrito que me habéis solicitado" vía Fax (Fax que también voy a pagar yo, cual pringada, pero ¡oye! bien que para contratar cualquier cosa con llamar al teléfono gratuito del 1470, vale) sea suficiente.

Reciban un cordial saludo de un cliente “totalmente satisfecho”, en el sentido más irónico de la expresión,

Albuli.